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La elección de Esteban. Escritores argentinos de cuentos infantiles.

la eleccion de esteban

Karina, Alejandro, Sol y Esteban eran cuatro amigos inseparables. Salvo Esteban, los otros tres eran considerados los mejores del curso porque se destacaban en la mayoría de las materias y eran excelentes deportistas.

En ese grupo, Esteban desentonaba bastante.

Cada tarea que tenía que hacer y cada página que tenía que estudiar le costaba un esfuerzo enorme y, a pesar de que se esforzaba, casi nunca alcanzaba la mínima calificación.
Le gustaba jugar al fútbol, pero, como no era muy habilidoso, al formar los equipos siempre lo elegían último.

Muchas veces los maestros comentaban entre ellos que les resultaba extraño que Esteban fuera tan amigo de “los tres mejores”.
En muchas ocasiones parecía que lo protegían y lo defendían.
El grupo se mantuvo, más o menos con las mismas características, hasta que terminaron el colegio secundario. Después, la vida y los estudios los llevaron por diversos caminos..
Volvieron a encontrarse varios años después.

A Karina se le ocurrió que podían reunirse y se preocupó por tomar contacto con todos y convocarlos para encontrarse en una pizzería adonde iban cuando salían del colegio. A Karina, Alejandro y Sol, se les notaba, tanto en su rostro como en su postura, el paso del tiempo.

Estaban cansados y tenían dificultades con sus familias y en sus trabajos. A pesar de que los tres tenían un buen pasar económico, su queja mayor era que no les alcanzaba el tiempo para hacer lo que realmente les gustaba.
Ellos decían, a quien quisiera escucharlos, que estaban muy bien y que habían triunfado en la vida.
Una vez que hubieron llegado los tres, creyeron que Esteban iba a faltar a la cita porque llegó bastante más tarde que la hora convenida.
Cuando lo vieron llegar no lo podían creer. Parecía mucho más joven que ellos y manifestaba una verdadera alegría. Sin expresarlo en voz alta, se preguntaban a qué se habría dedicado y si habría tenido éxito como ellos.

Se sentaron a la mesa y empezaron a hablar de sus viajes, de las cosas que habían conseguido y de la importancia de su trabajo. Esteban los miraba y festejaba cada cosa que decían con la misma alegría y entusiasmo que antes.

–¡Qué bueno! –dijo cuando terminaron de hablar– ¡Deben estar felices!

Los tres amigos se miraron.
–No –dijo Sol–, yo no estoy bien. Trabajo muchas horas y apenas veo a mis hijos.
–Yo tampoco estoy bien –agregó Alejandro–. Para obtener mi puesto tuvieron que echar a otro empleado más antiguo.

–Yo, menos –dijo Karina–. Con mi marido, hace unos años. compramos una casa, la arreglamos, le hicimos una terraza lindísima, pusimos plantas que cuida la señora que trabaja en casa, y nunca tuve tiempo de sentarme a tomar mate y disfrutarla.

–¡Ah! –dijo pensativo Esteban–. Entonces no son tan inteligentes como siempre pensé. Yo soy jardinero. Trabajo al aire libre y, si tengo que ir a alguna casa los fines de semana, mis hijos me acompañan. No tengo horarios fijos y no necesito tener ropa de marca ni viajar. A mi señora y a mí nos gusta levantarnos tempranito, antes que los chicos, y tomar mate mientras leemos el diario o algún libro. Me parece que yo elegí la mejor parte de la vida.

Fin

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