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El Halcón y el Águila. Miguel Angel Ramos Inga, escritor peruano. Cuento para padres.

halcones

Existía un árbol en la tierra del territorio en el Oriente Próximo. En dicho árbol se produjo una querella entre dos aves emblemáticas: el halcón y el águila. Ambas se disputaban un árbol cerca del río Jordán para hacer sus nidos para sus pichoncitos. El halcón era quien había llegado primero, pero no había hecho su nido porque había salido a cazar.

Cuando este se fue, vino el águila y notó que el árbol estaba sin ave alguna e hizo su nido. Una vez terminada, llegó el halcón y le reclamó porque había hecho su nido en su árbol. El águila se molestó y le dijo que él había llegado primero y que nadie estaba en el árbol, así que hizo su nido. El halcón le replicó, le dijo que él ya estaba ahí y que había salido a cazar.

El águila le objetó diciéndole que quien abandona el árbol pierde el derecho de quedarse con él, y que por lo tanto. El nuevo dueño era él, el águila. El halcón se molesto replicándole.

El Halcón: mis ancestros estaban aquí desde hace mucho tiempo, desde que los primeros hombres como los cananeos o filisteos que desarrollaron su cultura cerca de este río llamado Jordán. Incluso mi ancestro más directo vio quién sembró ese árbol, no fue nada más y nada menos que el gran Goliat.

El águila: pues mis ancestros llegaron desde muy lejos de aquí, desde la ciudad mesopotámica de Ur, Caminaron junto con los hombres que acompañaban al gran padre Abraham, y además de donde ellos venían tenían un río o mejor dicho dos ríos llamados Tigris y el Éufrates. Ese tal Goliat fue vencido por nuestro joven David, señor de los israelitas descendiente del gran padre Abraham. Ambas aves estaban dispuestas a pelear por aquel árbol.

Empezaron a agitar sus alas en posición de combate, cuando de pronto el árbol empezó a moverse y se oyó un sonido estruendoso. El árbol se movía inclinándose, y aquel sonido estruendoso era una pala mecánica queriendo tumbar el árbol, las aves detuvieron su riña y se pusieron de acuerdo en tratar de atacar a los que intentan tumbar su árbol.

Sabían que no lo lograrían, ya que la diferencia entre máquina y aves era obvia y muy abismal, pero al menos lo intentarían, porque era peor quedarse mirando y no hacer nada.

El halcón quien es más veloz, fue de inmediato a atacar al maquinista, pero un disparo que rozó en unas de sus alas lo hirió. Felizmente no fue mortal, el disparo venia de una soldado con una bandera de fondo blanco. En medio una estrella de azul, el águila que vio que su compañero estaba herido voló a socorrerlo su fuerza y tamaño hizo asustar y correr al maquinista, pero una piedra le cayó en su ala izquierda.

Tampoco fue mortal, pero si lo hirió. Las piedras venían de unos aldeanos con una bandera con tres franjas horizontales de colores, unidas con un triángulo situado en el borde del mástil. Así ambas aves heridas no tuvieron otra cosa que abandonar la refriega entre aquellas fuerzas superiores a ambas, balas y piedras venía de ambos lados, y fueron en busca de otro árbol que compartirían juntos, donde los hombres no los amenacen con sus piedras y balas, sus balas y sus piedras.

Fin

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