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El cráter de los zapatos

El cráter de los zapatos. Kike el duende, escritor español. Cuentos infantiles. Extraído de libro “Desde los cráteres a la luna”

Se acerca el verano y en la luna, ésta estación, también se nota. Te das cuenta cuando los primeros días de junio, Luna se encierra en cualquier sitio oscuro para aparecer después un poco más bella.

No le gusta nada en esta época aparecer con la tez tan blanca y se maquilla cada atardecer para que le veamos más largas las pestañas, cierto color en los ojos y unos hermosos coloretes. Si te fijas, muchas veces al anochecer, la puedes ver así de guapa guapita, de un color naranja naranjita.

El primer lunes de la nueva estación se pone unas zapatillas y, mientras come patatillas, nos da a todos unas escobas para que limpiemos las montañas, los lugares donde no hay nada y, de su cara oculta, las telarañas. Luna se prepara cuando llega el verano, llena de agua sus lagos y para las horas más calurosas del día nos regala unos helados.

Lo de barrer la luna tiene una muy buena explicación. Le encanta estar más limpia en verano para sentir mejor los rayos del sol y guardar el calor para el invierno. Su superficie quema tanto que no podemos caminar descalzos sobre ella, por lo menos hasta mediados de septiembre. Debemos pues acudir obligatoriamente al cráter de los zapatos. Su forma es como un gigantesco zapato de roca, con cuatro diamantes en la punta y con un elevado tacón.

Subo por unas escaleras que me llevan a un calzador y, para entrar, he de lanzarme, sin mirar abajo y sin avistar el final, por un largo tobogán. Una vez dentro, a mí me parece una gran tienda de zapatos. Un montón de escaparates con sandalias de raíces vivas, zapatillas de cartón y plumas, zapatos de pasear que parecen conchas de mar y otros cientos de zapatillas de deporte que, no es que a mí no me importe pero …

¿Para qué quiere Luna todo este calzado si ella no va a ningún lado?

-¡Para nosotros! – me dice Tranquila la tortuga -. Por eso las escobas y por eso la barremos. Aprovecha esta estación para que la limpiemos y nos ofrece mil zapatos para que no la ensuciemos y por supuesto para que no nos quememos. Hasta la llegada del otoño no se puede andar descalza por la luna, ya lo sabéis, pero eso también tiene una ventaja, ponte cualquier calzado y verás que hasta el perro Morc se quedará asombrado.

Llamamos a Morc y los tres nos calzamos, claro, yo con un par y ellos con dos. En ese momento nos elevamos un poco y con gran suavidad nos deslizamos a cinco centímetros del suelo, es como patinar, – menos mal que yo ya sé patinar – pensé. Luna también se calza, a su manera.

Cuando la veas desde la tierra, colorada y encima de una montaña, es que también va calzada, camina de puntillas sin estropear su órbita y se mueve muy despacito para no pisar ningún meteorito. Cuando alguien sale del cráter de los zapatos, solo puede salir calzado, bueno, solo en verano, porque en invierno está, evidentemente, cerrado.

Fin
 
El cráter de los zapatos, Literatura infantil y juvenil, cuentos que no pasan de moda. Lecturas para niños de primaria. Historias para aprender leyendo.

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