Saltar al contenido

Con dios en la mirada es un cuento espiritual de la colección cuentos con valores de la escritora Liana Castello sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

Me senté en el banco de la iglesia esperando a que empiece la misa del domingo. De pronto vi que se acercaba un señor mayor, ciego, acompañado por una señora que lo conducía al mismo banco donde yo estaba sentada. El señor se sentó a mi lado y la señora se fue.

Lo miré y era increíble la alegría y la paz que su rostro transmitía. Estábamos ahí, uno al lado del otro y Dios sabía por qué. Llegó el momento de la paz y se la di como a un amigo y él la recibió como tal. De pronto pensé en que tal vez el señor quisiera comulgar, le pregunté y le ofrecí a acompañarlo y aceptó más que encantado.

Fue mágico tomarlo del brazo y acompañarlo ni más ni menos que a recibir el cuerpo de nuestro Señor. Tomamos la comunión y juntos volvimos a sentarnos.

Terminó la misa y él seguía sentadito a mi lado. Le pregunté entonces si quería que lo acompañase para salir de la iglesia y una vez más, contestó que sí con una sonrisa que era la gloria misma.

Mientras íbamos saliendo y tomado de mi brazo me dijo:

-¿Sabe? Yo tengo mucha suerte, siempre me encuentro con gente buena.

-¿Si?-pregunté cómo necesitando que me confirmase que era común encontrarse con gente buena de verdad.

– Si por supuesto, siempre encuentro ángeles que me ayudan y acompañan, que me preguntan y se preocupan por mí. La verdad, soy un agradecido- dijo con una amplia sonrisa y con la mirada iluminada como si sus ojos pudiesen ver el más bello de los soles, el más azul de los cielos.

Lo tomé más fuerte del brazo y –la verdad- no tenía deseos de soltarlo. Era un hombre mayor, ciego, solo –al menos en ese momento- y no hacía más que agradecer y sonreír. Era una especie de milagro que se presentaba a mis ojos que, pudiendo ver, no veían demasiado seguido seres tan iluminados.

Me contó que se llamaba Juan y que era del campo, pero que sus hijos le había pedido que se mudase con ellos a la ciudad, cosa que mucho no le gustaba pero que entendía que así debía ser.

-¿Sabe?- me comentó- Hoy un joven se ofreció a ayudarme a cruzar la calle y yo acepté encantado por supuesto, conversamos ese ratito cortito y cuando llegamos a la vereda me preguntó si podía darme un abrazo, yo le dije que sí ¡mire si voy a despreciar un abrazo de un ángel que me ayuda!

Yo escuchaba a Juan absorta, él me mostraba que hay otra realidad que la que se ve todos los días, que hay mucha gente buena dispuesta a ayudar, que hay más ángeles de los que uno cree dando vuelta por las calles.

No sé qué me maravillaba más, sí que me contase cuánta gente lo ayudaba o el agradecimiento y la felicidad irradiaba su expresión.

Y sí, Juan era una maravilla en sí mismo, era alegre, se brindaba, dejaba que los demás se brindasen hacia él.

Salimos de la iglesia y caminamos hasta una esquina donde nos encontramos con la señora que lo había acompañado a la iglesia.

-¿Encontró otro ángel Juan?-preguntó la señora refiriéndose a mí.

Juan sonrió con esa sonrisa que yo conocía hace tan poquito tiempo pero que tan hondo había calado en mi alma.

-Así es, mi mundo está rodeado de ángeles-respondió Juan.

-Yo lo acompaño-me dijo la mujer- puedes irte si quieres, muchas gracias.

La verdad, me costó dejar a Juan, era como una especie de tesoro, de perla valiosa, valiosísima.

-¿Puedo pedirle yo ahora un abrazo?-Le pregunté.

Juan sonrió y nos abrazamos, y yo me fui -solo porque tenía que irme- porque así debía ser.

Quien caminaba de regreso a casa no era la misma mujer que se había sentado en el banco de la iglesia.

Juan, que no veía, había abierto mis ojos a una realidad de gente buena, gente que ayuda, una realidad de muchos ángeles caminando sin alas por la ciudad.

Juan, que no veía, para quien se suponía todo debía ser oscuridad, tenía la más bella de las luces, la expresión más radiante que yo hubiere conocido.

Juan tenía, ni más ni menos, que a Dios en la mirada.

Fin

Todos los derechos reservados por Liana Castello

Con dios en la mirada es un cuento espiritual de la colección cuentos con valores de la escritora Liana Castello sugerido para adolescentes, jóvenes y adultos.

5/5 - (1 voto)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo