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Hadas Gemelas – Último capítulo

Hadas Gemelas – Último capítulo es uno de los cuentos para niños en capítulos  para todas las edades de la escritora argentina Liana Castello.

Y así, con el corazón encogidito de pena y remordimiento, Amanda se presentó en el palacio del hada y el duende.

Por suerte, fue vista primero por un jardinero quien avisó a Julius que se escondiera pues estaba hamacándose con las haditas. El elfo se escondió y Amanda fue recibida por el hada y el duende.

-¡Ya no soporto vivir así! La culpa y el remordimiento es demasiado. Julius, que es un muy buen amigo, se ha culpado de un delito que no cometió.

-¿Qué dices Amanda, estás loca? dijo el duende intentando ser creíble y parecer sorprendido.

-Digo la verdad, por favor liberen a Julius, yo me había llevado a la niña. No quería que fueran felices, no lo soportaba. He sido yo, siempre he sido yo. Dejen libre a ese elfo inútil pero bueno, por favor.

-¿Y cómo se que nos estás diciendo la verdad? preguntó casi divertido el duende.

-Porque es así, porque he sido yo y he dejado que el bueno de Julius vaya preso por mí, no quiero imaginar en qué estado estará.

-Tienes los ojos vidriosos, Amanda, estás diciendo la verdad. ¡Liberen a ese pobre elfo y tráiganlo de inmediato por favor! pidió el duende.

Amanda no quería imaginar el deplorable estado en que encontraría a su fiel compañero. Para su sorpresa, cuando entró Julius al salón casi no lo reconoció. En rigor de verdad, no parecía haber sufrido mucho, estaba muy bien vestido, considerablemente más gordito, tostado por el sol; la bruja no terminaba de entender.

Mas no trató de entender tampoco, no estaba allí para entender, estaba allí para decir la verdad, para salvar a un amigo inocente, para remediar un daño si es que eso fuera posible.

Julius la vio más bonita que nunca y para eso había que amarla mucho porque Amanda no era lo que se dice bella, pero esas cosas al amor no le importan.

-Perdona Julius, me he portado muy mal contigo y no lo digo solo por dejar que te culparas por mí, sino siempre. No he sido buena con nadie, yo sí que merezco el encierro.

Al elfo se le llenaron los ojos de lágrimas y Amanda prosiguió:

-No merezco tu amistad, he sido mala, envidiosa y rencorosa, estoy dispuesta a pagar por lo que hecho. Por favor, liberen a Julius.

El duende y la bella hada intercambiaron unas pícaras miradas, el elfo no le sacaba los ojos de encima a Amanda y la bruja esperaba que alguien le dijera alguna palabra.

-Mira, Amanda dijo el duende lo que has hecho es muy grave. Nunca has sido buena con nadie y esto que has hecho ahora ha colmado la medida.

Julius se estaba preocupando, temió por un momento que el duende quisiera mandar a Amanda al calabozo.

Sin embargo –dijo el duende, para alivio de Julius veo que tu arrepentimiento es sincero. Liberaremos a Julius, ya has tenido tu castigo sufriendo por lo que has hecho. Ahora bien, de ahora en más deberás cambiar tu comportamiento, no solo con Julius sino con todo el pueblo.

Amanda estaba agradecida y feliz, sentía una sensación única y diferente, la de haber hecho las cosas bien.

-Puedes irte, Julius, eres libre dijo el duende.

El elfo también estaba feliz, quería irse a su casa, pero a la vez, había algo que lo retenía. Se acercó al duende y por lo bajo le dijo:

-No quisiera dejar de ver a las pequeñas ¡me he encariñado tanto con ellas!

El duende pensó un momento y dijo:

-Julius ya ha trabajado mucho para ti Amanda, es hora de que pueda hacer otra cosa. Si no te opones Julius, quisiera que fueras el niñero de las gemelas y con una excelente paga.

El elfo saltó de alegría pero temía que Amanda se opusiera.

-Supongo que no tendrás problemas con ello ¿verdad Amanda? Es más, ocúpate tú del hogar, aprende a cocinar, haz las compras, usa tu tiempo en cosas útiles ¿es claro lo que digo?

-Por supuesto respondió Amanda. Si estaba dispuesta a cambiar, debería ser en todos los sentidos.

Y así fue que Amanda se convirtió en una excelente ama de casa, cocinera y costurera y lo que es más importante aún, en una bella persona. Julius estaba feliz con su trabajo de niñero y más feliz aún de regresar a su hogar donde ahora alguien lo esperaba con una sonrisa y una rica comida.

¿Si Amanda se enamoró de Julius? Es una buena pregunta, el elfo no perdía las esperanzas.

Sabía que no podemos obligar a nadie a amarnos, pero también sabía que en ese nuevo corazón que ahora tenía Amanda, eso también era posible.

Fin

Todos los derechos reservados por Liana Castello

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