Saltar al contenido

Doña Teodora Chávez para mantener a sus dos hijos, decidió vender panes y otras baratijas en las ferias de Cerro de Pasco o Jauja. En su ausencia, los niños, durante el día jugaban tranquilos por la amplia casa rústica. Llegada la noche, luego de cenar en la semioscura cocina, alumbrada por un débil lamparín.

Antes que la luna subiera alto en el cielo jugaban a la gallinita ciega, al tumbamonte etc. Pero una noche, junto con otros amigos de la cuadra, los hermanos lanzaron piedras a las calaminas que cubrían el techo de la casa de oración, propiedad de don Manuelito Huamán.

El predicador, molesto por las interrupciones continuas, luego de salir varias veces hacia fuera, sin hallar a nadie sentenció: “¡Malcriados! ¡Porque no conocen la palabra de Dios se burlan, pero algún día también serán burlados!” Pero poco les importó a los niños tal advertencia. Y sin dejar de reírse, a escondidas, tras los árboles de un corral.

Luego, pasando cerca de la puerta, gritaron:

-¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Gloria a Dios! Ja, ja, ja, ja…

Desapareciendo los niños cada cual por su camino. Los hermanos al ingresar al interior del cuarto para chinir (dormir).

A pocos minutos de estar acostados, sintieron que la cama se movía hacia arriba, cada vez con mas insistencia. Asustados se persignaban la cruz varias veces. Mudos, sin saber qué hacer, escuchaban crujir el lecho.

El mayor, llamado Florián, prendió la cera y ganado por la curiosidad inclinó su cara debajo de la cama ¡oh! ¡Se asustó! ¡Un hombre viejo y lleno de arrugas, de gran estatura, vestido con hábito franciscano, levantaba frenéticamente con las dos manos el catre! Al grito del hermano, los niños empezaron a llorar; desapareciendo el “cura”.

Quedando en silencio el cuarto, iluminado apenas por la débil cera. Y después de haber rezado el Padrenuestro y el Ave María, mirándose alcanzaron comprender el suceso ocurrido: ¡Esto nos ha pasado por habernos burlado del aleluya!…

Desde aquella vez dejaron de fastidiar al vecino. Y también dejaron de asistir al culto; perdiendo desde ese día los caramelitos que les regalaba cada vez don Manuelito. Hasta que pasaron muchos años, cuando un buen día, uno de los hermanos, sintió la presencia del Espíritu Santo en su corazón, decidiendo entregarse a Cristo como el Señor de su vida.

(Testimonio personal de Javier Castro Chávez)

Fin

El diablo vestido de cura es uno de los cuentos con valores del escritor Angel Javier Castro Sánchez para adolescentes, jóvenes y adultos.

5/5 - (1 voto)

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo