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El príncipe con los pies grandes

El príncipe con los pies grandes. Cuentos cortos para toda la familia.

Una tarde de primavera nació el Príncipe Itamar, era un hermoso niño cuya piel era muy suave, sus ojitos eran de un verde esmeralda adornando su hermoso rostro.

Era el orgullo del Rey y la adoración de su madre la Reina, quien no se cansaba de contemplar a su hermoso primogénito. El príncipe Itamar gozó de todos los cuidados dignos de un miembro de la realeza.

Cuando aprendió a caminar el Palacio se llenó de euforia. Muchos pintores fueron contratados para retratar la gran hazaña. Desde ese momento la Reina comenzó a padecer de dolores de espalda, pues, pasaba el día corriendo tras el hermoso niño, pero ella se sentía feliz.

El príncipe tenía la peculiaridad que se quitaba los zapatos que le colocaban, se sentía libre sin zapatos. En los actos del Palacio solo duraba minutos con los zapatos puestos, pero al cumplir seis años su madre se percató que sus pies habían crecido más de lo normal.

La reina preocupada le dijo:

– Mi querido Principito, tus pies están creciendo muy rápidamente y presumo que es por tu costumbre de no usar zapatos.

-Ay mamita bella, no me gustan los zapatos, me molestan, además, pesan y con ellos no puedo correr como me gusta. Cuando cumpla siete años me pongo zapatos.

Así pasó otro año y el Príncipe seguía corriendo y saltando sin zapatos, cuando llegaba el invierno solo usaba calcetines, hasta cuatro pares, se veía muy gracioso, pero sus pies seguían creciendo a lo largo y a lo ancho. A su madre le preocupaba la situación y el Príncipe ni pendiente.

Cuando el Príncipe cumplió trece años sus pies ya eran demasiado grandes, tanto así que ningún zapato le quedaba. Ahora sí que se estaba preocupando el Príncipe, quien ya era todo un hombrecito y ya se interesaba en las hermosas Princesas que visitaban el Palacio.

Su madre mandó a llamar al Zapatero del Palacio y al ver los pies del Príncipe abrió desmesuradamente los ojos sin poder disimularlo.

A los tres días ya el Príncipe tenía sus zapatos, pero eran tan grandes, que al momento pensó no ponérselos, pero al final se los puso. Era muy torpe al caminar, tan torpe que al salir del Palacio la gente se reía disimuladamente, pero el Príncipe se dio cuenta y regresó al Palacio llorando.

Su madre lo abrazó dulcemente y le dijo:

-Hijo no llores, yo te lo decía siempre, pero nunca quisiste usar zapatos y ahora tus pies son demasiado grandes. Pero recuerda esto: no debes acomplejarte por eso, quien te ame lo hará con tus virtudes y defectos. Ahora ve un rato al jardín o a nadar.

Pasó el tiempo y el Príncipe siguió visitando el pueblo, ya la gente se había acostumbrado a ver al Príncipe tal como era, ya no se reían de él, al contrario, le saludaban con mucho cariño. Pero lo más importante, ya sus pies no crecieron más, pues el uso de zapatos frenó su crecimiento desmesurado.

Sus pies enormes tenían una ventaja, en invierno eran de mucha ayuda, no se hundían fácilmente en la nieve, podía nadar muy bien y corría firmemente por las hermosas praderas del reino, ya no se acomplejaba por el tamaño de sus pies. Esto tampoco fue un obstáculo para el amor, pues se enamoró y fue correspondido por una hermosa jovencita del pueblo, quien se convirtió en princesa y fue aceptada por los Reyes.

Itamar tuvo tres hijos, dos niños y una hermosa niña, pero el Príncipe se ocupó de velar día a día que sus hijos usaran zapatos desde muy pequeñitos y sus pies resultaron con un crecimiento normal.

Moraleja: ser diferente no representa ningún problema, los complejos los crea la sociedad, aprendamos a vivir, a aceptar nuestras diferencias y hagamos de ellas una fortaleza.

Fin

El príncipe con los pies grandes. Cuentos cortos con mensajes y valores. Lecturas para niños de primaria. Reflexiones para toda la familia.

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