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El abuelo que no quería dormir

El abuelo que no quería dormir. Mayra Martínez, escritora mexicana. Cuentos con moraleja.

Una mañana, mi abuelo «papi» -como todos le decíamos en casa-, decidió no dormir por toda esa noche y la otra y la que sigue, decía él.

Llegada la noche todos esperábamos que la cama de «papi» estuviese ocupada por el cuerpo largo pero fuerte de él. Acostumbraba dormir boca arriba con las manos en el pecho, se quitaba los anteojos y de un bostezo comenzaba a roncar, todos sabíamos que esa noche pasaría lo mismo; incluso apostamos nuestra rebanada de pastel del otro día de cada uno.

Yo, sabía que «papi» era un hombre cabal, de palabra y cumpliría, así que decidí apostar a favor de él -aunque tenía mis dudas-. Llegó la noche y todos de vez en vez salíamos de nuestra cama para revisar la recámara de «papi» y ver si estaba dormido, pero nada.

En ningún momento apareció, ¿dónde estaba?, eso era aún más intrigante, pues Fernando el primo mayor bajo a buscarlo y nunca lo encontró. ¡Dios mío! exclamó mi madre, en la mañana cuando «papi» no bajo a desayunar y peor cuando subió a su recámara y no lo vio.

Todos comenzamos a preocuparnos, excepto yo, sabía que «papi» estaría en el río, o en el parque caminando o tal vez viendo la tv, con algún familiar o amigo pero, eso se hace de día, entonces …¿en dónde estuvo por la noche? me pregunté, él no sale pues su vista ya no es muy buena, sus amigos viven lejos y de noche no se puede viajar, papi no tiene auto lo dejo después de más de 30 años de usarlos, ¿qué sucedió con papi?.

A eso de las dos de la tarde, todos angustiados hasta yo, pedíamos y rogábamos que «papi» estuviera bien, mis tíos, tías y mis padres habían hecho muchas llamadas y ninguna era la que esperábamos, todos llorábamos, yo más que los demás.

Media hora más tarde vi pasar a «Tristón» el perro de «papi» con sus orejas largas, arrastrando hasta el suelo hacía un sonido especial y sobre todo ese día porque «papi» no estaba. Lo vi subir las escaleras dirigirse al cuarto de papi y no salir. Pensé, «él también está triste», pero cual fue mi sorpresa, comenzó a gemir y a ladrar como cuando «papi» lo sacaba a pasear.

Pensativa subí y cual fue mi sorpresa, era «papi», cuando lo vi, lo primero que dije fue: «estás vivo» ¿cómo le hiciste?, ¿en dónde estabas? y todas esas preguntas que las mamás hacen a los hijos.

Él sólo me miró y dijo: «siempre estuve aquí, sólo que no buscaron y se confiaron» y tenía razón, pensando sólo en nuestro beneficio y en ganar la apuesta no nos percatamos que papi se había escondido debajo de su cama con sus audífonos y su radio para escuchar sus programas favoritos, durante toda la noche y parte de la mañana.

«El que no sabe buscar, es como el que no sabe de lo que es capaz de hacer», dijo y me enseñó todo lo que había hecho por la noche, al fin y al cabo «no durmió» y cumplió su promesa.

Por cierto todos mis familiares se alegraron mucho de verlo y, también lo regañaron, pero eso ya pasó. Hoy lunes estoy con «papi» saboreando una deliciosa nieve que pude comprar gracias a los pasteles obtenidos por la apuesta.

Si crees en alguien, que sea por siempre, en las buenas y en las malas.

Colorín colorado, este cuento se ha terminado

Fin
 
El abuelo que no quería dormir. Cuentos con moraleja, cuentos cortos con mensajes y valores. Lecturas para niños de primaria. Reflexiones para la familia.

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