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Cuento para jóvenes y adultos.

“Los seres vivos nacen a partir de los muertos y después de un periodo de tiempo, mueren para ser nuevamente lo de siempre: muertos”. Eso me platicó un amigo muerto.

Al hecho de existir como muertos lo llamamos: “mortar”. Igual que los vivos llaman al hecho de existir: “vivir”—me dijo.

He vivido varias veces, he poseído varias vidas, siempre han sido distintas. También he estado largos periodos muerto, y en todos esos periodos soy siempre el mismo.

Al vivir, en cada vida he interpretado un personaje distinto, las experiencias en cada vida son siempre diferentes e incomparables.

Sin embargo, al mortar recuerdo las experiencias de todas mis vidas y periodos de muerto, soy la suma de todas mis formas de existencia. Todo al nacer se olvida, durante esa vida.

He mortado en la tierra, el aire, los mares y en el universo. El universo de los muertos es infinitamente más grande que el universo de los vivos, es imposible encontrar o saber como son, de muertos, aquellos seres que conocimos vivos.

Y en ese inmenso universo no hay forma de encontrar a la novia, la esposa, hijos, padres ó amigos, que tuvimos en alguna de nuestras vidas. Los muertos solo podemos reconocer a los que siguen vivos, por eso los muertos visitamos a los vivos. A los que alguna vez amamos y, a veces, a alguien que nos hizo daño cuando éramos vivos.

¿Supiste que mi hermano enloqueció?

No lo sabía—contesté. No quise saber nunca más algo sobre él, porque creo que él te mató. Nunca creí lo de tu suicidio.

Pues enloqueció—me dijo, esbozando una pícara sonrisa; y agregó: dicen que su conciencia le hablaba, que oía mi voz en las noches…

Fin
Cuento para jóvenes y adultos.

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