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Una aproximación al concepto de límites

Tema de la semana: Una aproximación al concepto de límites. Licenciada en Psicopedagogía, Psiquiatra. Especialista en atención de niños y adolescentes. Orientación a padres e instituciones educativas.
susana passano
EnCuentos tiene el placer de darla la bienvenida a la Lic. Susana Passano, quien a través de sus columnas nos ayudará en la difícil tarea de ser padres y docentes.
Habitualmente, en el ámbito de las escuelas  y de las familias, estamos acostumbrados a escuchar que los límites son necesarios, que los chicos piden límites, sobre todo los adolescentes, que a  los padres de esta época les cuesta poner límites…  y en esta suerte de escenario, los límites están asociados al  «no». No se puede hacer esto o aquello.
Para  pensar acerca del concepto el diccionario puede darnos pistas para comenzar.
El límite esta definido como confín, frontera, lindero de reinos,  provincias, posesiones. Línea que circunscribe una cosa y el punto adonde llega ésta.
Limitar es poner límites a un terreno. Fijar la mayor extensión que pueden tener la jurisdicción, la autoridad o los derechos y facultades de uno.
El límite alude no sólo a la línea que marca una separación entre un terreno y otro, sino también a un espacio que se circunscribe cuando el límite es marcado.
La primera idea que surge es la de separación y con ésta, la idea de diferencia.
La necesidad del límite se asocia entonces a:
-la necesidad del ser humano de diferenciarse de…
-tener un espacio propio, posesión de un espacio…
-dominio sobre ese espacio, autoridad, derechos y facultades de uno…
¿Cómo se consiguen esos espacios?
¿Quién marca esos linderos?
¿Quién determina cuál va a ser la mayor extensión para un sujeto o para el otro?
Ciertamente, quien marca límites es la cultura, que define como se determinan o consiguen esos espacios
Pero además, hay que considerar el aspecto de lucha o pelea que esta marcación de espacios contiene.
Si pensamos en la marcación de espacios en la familia, veremos que los hijos no aceptan tan pasivamente cierto límites asociados al espacio donde jugar, el espacio donde dormir, el espacio donde guardar los juguetes, la ropa, el espacio – tiempo de las salidas y el regreso de las mismas.
Del mismo modo en la escuela, es frecuente que se prohíba correr o jugar a la pelota en el patio, sin embargo este límite hay que resguardarlo casi constantemente porque la trasgresión, el salto al otro terreno, al terreno del otro es muy frecuente.
La posesión de estos reinos genera «batallas», disputas, transgresiones y sometimientos.
La ley funciona como la instancia que regula la marcación del lindero.  Se generan espacios diferentes que determinan que las personas son  diferentes y los valores distintos.
Hay un reconocimiento de lo diferente, hay un otro ahí, siendo, en esta diferencia.
… Un niño que no siente la necesidad de abrigarse en invierno y una madre que lo abriga mucho, y una pelea por sacarse el abrigo o dejarse el abrigo…y, ¿quién marca la mayor extensión, quién fija el límite?
El lindero marca una separación, una diferencia y a la vez una línea que es común a las dos partes.
El lindero indica algo del orden del fin,  de la nada o del vacío.
El lindero separa a los hijos de los padres. Los hijos tienen sus propias tierras, sus propias posesiones, fundan su propia familia. Se construyen historias distintas.
Lugar de pelea y de batalla por ser y tener el propio reino.
El límite confirma a los padres en un lugar  necesario, pero no imprescindible el lugar de la castración, de la muerte, rompiendo con toda omnipotencia sobre el propio espacio y sobre el espacio del otro. Un lugar de mortales.
La disputa y las batallas son, desde el principio, por el «amor»; ser amado, ser mirado, ser.
Recuerdo las sesiones con un paciente de 5 años que intentaba sacarme de mi silla, sentarse en mi lugar; mi negativa lo enojaba cada vez más. En la segunda entrevista con los padres, comento que era insistente esta suerte de sacarme el lugar. Pregunto entonces por los lugares en la casa;  los lugares de cada uno. La respuesta de la madre: «no tiene un lugar….un día duerme con un hermano, otro, con las hermanas… el mayor siempre lo hecha porque es un molesto… y a veces se viene a la cama con nosotros»
Entonces agrego: ¿Y qué posibilidades hay de que esta cuestión de los lugares se organice de otro modo en la casa?
La madre responde nuevamente, mientras el padre escucha: «Ninguna, porque no podemos construir nada, y además a él no lo esperábamos…nunca pensamos en un lugar para él…lo mismo pasa en la mesa…se pelean todos porque él viene a sentarse donde se sientan los hermanos….es un molesto«.
Cuando los espacios y los linderos se marcan con confianza y seguridad se reivindica el valor de la palabra, se reivindica la autoridad, el amor.
Lic Susana Passano
Psicopedagoga-Psicoanalista
(Especialista en atención de niños y adolescentes. Orientacion a padres e instituciones educativas)
Consultorio: Cabildo 1370 PB, C.A.B.A. Argentina
Tel 4786-3672
15 3624 4400

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