Saltar al contenido

Primera nevazón en Valby

Primera nevazón en Valby. Historias cortas. Escritores de cuentos.

nieve

Me gusta levantarme en la madrugada, hacerme un matecito y fumar un delicado
rubio. Es la hora en que la noche se bate en retirada y el dia tímido aún no se
atreve a manifestarse del todo.

Acostumbro a salir a mi callecita El Caballo que Mató a la Vieja (Horse Kil de Vej,
en danés) y caminar hasta la Calle Larga de Valby (Valby Langgade).
A esa hora la mayoría de los daneses aún duermen, hay poquísimos transeuntes
y me puedo dar el lujo de correr, saltar y cantar como un niño.
Hoy salí como de costumbre y el primer cristal de hielo cayó como una tarjeta
navideña en mi naríz. Cosa curiosa porque es recién septiembre y no deberia
nevar hasta diciembre.

Sin embargo se desató una nevazón súbita y en cosa de minutos Valby estaba
roja como la sangre araucana. Roja porque el sol de septiembre insistía en
asomar sus cachitos rojos por entre las nubes de nieve.
Los daneses se apresuran a salir y comenzaron de inmediato a hacer monos de
nieve y guerrillas de pelotas.

Aparecieron trineos tirados por venados y el viejito pascuero con sus regalos
y sus ho ho ho. Los niños estaban fascinados, las parejas de enamorados se
enamoraron más profundmente y los empresarios con sus maletines de cuero
bailaban la rezfalosa mi alma. Y nosotros los viejos nos sentamos en los banquitos
de la plaza a fumar y comentar el milagro.

A las ocho de la maniana, el sol logro asomarse definitivamente por entre las
nubes. Siguió nevando sin embargo pero ahora la nieve ya era blanca.
En la gran pantalla de la TV de la plaza, los metereólogos se rascaban las cabezas
sin poder entender el fenómeno.
La Reina Margrette se dirigió a los súbditos del Reino, estaba en bata de levantar y
el cabello desordenado, y sin la corona. -Está nevando en Valby!- dijo, y agregó
-Pero no en el resto del país. Esto es un acto de sectarismo y yo no
lo voy a tolerar. He enviado a mi guardia real a Valby para sofocar la subversión
de los valbyanos!-

A los pocos minutos llegaron diez soldaditos adolescentes con sus trajes azules,
sus desproporcionados gorros guerreros y sus sables de lata. Y lo primero que
hicieron fue ponerse patines de hielo, ya que la lagunita de la plaza se había
congelado.
Piérre, el garcon francés duenio de Café Ciré abrió sus puertas y se puso a
regalar sendos jarros de cerveza a los mayores y orange crush a los niños.
Llegaron diez buses con policías y cinco tanques del Ejército Real, todos con
gorritos con pompones y se apresuraron a ayudar a Piérre en la distribuición
de bebidas.

La fuerza aérea dejó caer paracaidas con alimentos y medicinas.
A mediodía Valby fue declarado zona de emergencia y el sector fue acordonado
por marines yankis, ya que la reina en persona pidió su ayuda.
A las seis de la tarde dejó de nevar.
A las doce de la noche volvió la paz a Valby. No habia mas nieve en las
calles, las fuerzas armadas y del orden se habían retirado. Los niñitos
y sus padres estaban durmiendo. Los enamorados estaban haciendo lo
que los enamorados suelen hacer.
Mi amigo y vecino Niels Winter me invitó a una cerveza y estuvimos en el Café Ciré
hasta la madrugada, donde la noche se bate lentamente en retirada y el día
tímido aún ne se atreve a manifestarse del todo.

Califica esta entrada

Por favor, ¡Comparte!



Por favor, deja algunos comentarios

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recibe nuevo contenido en tu E-mail

Ingrese su dirección de correo electrónico para recibir nuestro nuevo contenido en su casilla de e-mail.



Descubre más desde EnCuentos

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo